Nuestro sistema digestivo está colonizado por una enorme cantidad de bacterias vivas que forman la llamada microbiota intestinal, íntimamente relacionada con los alimentos probióticos, prebióticos y simbióticos.
El ritmo de vida actual, el estrés, los malos hábitos (tabaco, alcohol, dietas no equilibradas…), y algunos medicamentos, alteran el equilibrio de esa flora intestinal, dando lugar a numerosas alteraciones y enfermedades.
Una de las mejores formas de restablecer su equilibrio es el consumos de probióticos, prebióticos y simbióticos.
Alimentos probióticos:
El término probiótico significa “a favor de la vida”, y se utiliza para designar los productos que contienen microorganismos vivos, y cuando se consumen en cantidades apropiadas, aportan efectos beneficiosos para la salud de quien los ingiere.
Se trata de bacterias o levaduras que están presentes en alimentos, medicamentos o suplementos dietéticos.
Estos alimentos poseen efectos como mejorar la respuesta inmunitaria; reducir los trastornos digestivos como diarrea, estreñimiento, gases…; disminuir síntomas de enfermedades inflamatorias, producir vitaminas (vitamina K y algunas del grupo B), y mejorar la absorción del calcio, y en general, contribuir al buen estado de nuestro intestino, “el segundo cerebro”.
Como microorganismos probióticos son muy conocidas las bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, que incorporan conocidas marcas de productos lácteos, y las levaduras como Saccharomyces boulardii (el Ultra-Levura de toda la vida).
Además de yogures y helados, los alimentos fermentados, como los pepinillos y las aceitunas encurtidos son una fuente natural de probióticos.
¡Y el chocolate negro puro sin azúcar también!
Alimentos prebióticos:
Los prebióticos son compuestos presentes en la fibra alimentaria, que el organismo no puede digerir, pero que tienen un efecto fisiológico en el intestino, al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y/o la actividad metabólica de determinadas cepas de bacterias del colon (sí, esas de las que hablábamos antes…).
Los prebióticos más conocidos son la inulina y los fructooligosacáridos (conocidos también como FOS).
Pueden aparecer de forma natural en algunos alimentos o ser añadidos para dotar a los alimentos de beneficios concretos, como sustituta del azúcar, reemplazante de las grasas y agente texturizante.
Los encontramos naturalmente en alimentos como puerros, ajos, plátanos, cebada, trigo y otros cerales integrales, miel, cebolla, alcachofas y espárragos.
En la industria, adicionados en yogures con fruta, leches fermentadas, quesos frescos, helados y bebidas lácteas bajas en calorías.
Alimentos simbióticos:
Los simbióticos se definen como una mezcla de probióticos y prebióticos (en los cuales los prebióticos favorezcan selectivamente a los probióticos adicionados), destinada a aumentar la supervivencia de las bacterias que promueven la salud, con el fin de modificar la flora intestinal y su metabolismo.
Se comercializan ya muchos productos simbióticos, pero el mejor alimento simbiótico es la leche materna, probiótico por su contenido en bacterias lácticas y prebiótico por el contenido en fructoligosacáridos que favorecen el desarrollo de dichas bacterias.