Las vitaminas son sustancias imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Participan como cofactores de innumerables reacciones metabólicas y algunas de ellas son esenciales. Como muchos de vosotros sabéis, en Clínica Doctor Rojo sois muchas personas a las que os hemos recomendado tratamientos en base a vitamina C en algún momento, pues tiene innumerables aplicaciones que suelen resultar exitosas.
La vitamina C es un vitamina hidrosoluble (se disuelve en agua) y por lo tanto, en caso de exceso, nuestro organismo se deshace de ella a través de la orina, por lo que no existe problema en ingerir grandes dosis.
La cantidad diaria recomendada de una vitamina es la dosis mínima que se debe aportar para que no se padezca un déficit y dista mucho de la cantidad idónea de las dosis terapéuticas que se utilizan en medicina ortomolecular.
Los beneficios de altas dosis de vitamina C son conocidos en la comunidad científica desde mucho tiempo atrás y se remontan a los años 60, de la mano del Premio Nóbel, Linus Pauling.
En numerosos centros hospitalarios, españoles y por todo el mundo, se está empleando la vitamina C como elemento en la lucha contra el COVID-19, conjuntamente con la ozonoterapia y con otros tratamientos, en pacientes infectados, con excelentes resultados.
Pero también es una excelente medida de prevención por sus efectos a nivel celular. Aunque no todas las formas de vitamina C son iguales, ni todas las vías de administración son equivalentes.
La vitamina C vía oral, en la forma que habitualmente la consumimos, presenta una función nutricional, pero si queremos obtener beneficios terapéuticos, ésta debe administrarse vía parenteral (intravenosa), puesto que su farmacocinética (lo que el organismo le hace al fármaco) y su farmacodinámica (lo que el fármaco le hace al organismo), son muy diferentes.
Los estados patológicos, y en nuestro caso concreto, la infección por coronavirus, alteran el equilibrio homeostático de la vitamina C. Esto es la capacidad de mantener un equilibrio funcional. Los órganos que se ven especialmente implicados en dicho desequilibrio son los leucocitos, responsables de la respuesta inmunitaria, las glándulas adrenales y el sistema nervioso, que consumen una gran cantidad de vitamina C debido al estrés derivado de la enfermedad.
Por eso, en situación de infección grave las células defensivas necesitan mayor aporte de vitamina C.
Otros órganos, como el hígado, el páncreas y el bazo, encargados de importantes funciones metabólicas, en patologías agudas con niveles mermados de vitamina C, también ven alterada su actividad.
Por lo tanto, en situaciones de emergencia, un micronutriente como es la vitamina C debe ser empleado como macronutriente: a grandes dosis e intravenosa, preferiblemente.
Pero… ¿Cómo actúa la vitamina C en nuestro organismo?
- En caso de sepsis (consecuencia grave de una infección, la vitamina C mejora la función de la barrera epitelial.
- También aumenta el aclaramiento del líquido alveolar de los pulmones, disminuyendo la lesión pulmonar
- Previene las anomalías de la coagulación y la trombosis
- Atenúa el estrés oxidativo y los efectos de la inflamación aguda
- Mejora función células inmunológicas y de los vasos sanguíneos
Por ello centros de referencia como Nuestra Señora del Rosario de Ibiza, el Hospital de Valdepeñas, y el Hospital Virgen de la Paloma de Madrid, por citar algunos de los hospitales que emplean con éxito en sus protocolos de lucha contra el COVID 19, recomiendan también su uso intravenoso como medida preventiva, especialmente en aquellas personas que presentan alto riego por permanecer más expuestas al contagio.
Sobre el autor:

Dr. José Luis Rojo Moreno
Colegiado Nº: 4646 11006Medicina Antienvejecimiento y Medicina Integrativa. (SEMAL)
Medicina Estética. (SEME)
Especialista en Estomatología.